martes, 4 de noviembre de 2008

Un Tango para ver mejor

Hay días en los que debería agradecerle a la vida. Agradecerle tan solo estar ahí, en el lugar justo, en el momento indicado para recibir lo que ella tenía para darme. Por esas casualidades ese lunes estaba en casa y no en lo de Ana como cada lunes. Por esas coincidencias la película espantosa que estaba mirando terminó a la hora que en Film & Arts empezaba el documental sobre el tango enfocado desde la óptica y la vida de Rodolfo Mederos. Y entonces, después de tantos días de escuchar rock and roll, de poderoso e intenso rock, el bandoneón de Mederos me da un cachetazo melancólico y brutal, me pone de cara a un tiempo más sentimental, mas relajado, mas pintoresco, mucho mas autóctono que hoy, un tiempo en el que me encantaría vivir.

Y no es solo el pasado en contraposición con el presente lo que se desprende de las imágenes, es también la vida de un tipo con una vocación indestructible, con un amor y una pasión por su oficio que es su vida misma. Y ahí es cuando me saco el sombrero. Ahí es cuando entiendo a los verdaderos triunfadores, a los que se dejan llevar por la matriz en la que fueron concebidos y persiguen sus anhelos con una tenacidad asombrosa, con una seguridad de lo que desean ser el resto de sus vidas que me despierta el mas profundo de los respetos.

“Si yo me dedicara a otra cosa seguramente tendría mucha mas plata de la que tengo… pero también sería infeliz, probablemente tendría una úlcera y lo peor de todo es que no podría mirar a mi hijo a los ojos” dice Mederos en un momento del documental. Un tipo que dice algo así merece admiración. Esta clase de gente debería aparecer en la tele a las 3 de la tarde y no las rodilleras, botineras y demás marionetas artificiales y pasajeras que ocupan la pantalla día a día.
Esta es gente de convicción, de vocación y trabajo, que triunfan sin llenarse los bolsillos porque no lo necesitan, que encuentran la felicidad donde otros ven solo tiempo perdido y desperdicio.

Quisiera ser tan libre como ellos, quisiera tener una pasión tan marcada como esta gente y haber tenido la dicha de desarrollar una actividad con la felicidad dibujada en la cara como cuando ves tocar a Mederos, como cuando mi profesor de armónica me dice que “mi sueño desde pibe era vivir de dar clase y lo logre”. Ellos triunfan día a día, con sus problemas como todos, pero avanzan sin dudar por un camino bien marcado y firme, sin vueltas atrás ni cambios de ruta. Los otros, los tipos como yo, luchan por robarle una señal a la vida que les indique donde están parados, flotando a la deriva mientras esperamos que alguna corriente benévola nos arrastre hacia suelo firme, mientras le robamos sonrisas al presente en cuentagotas.

Por eso va mi aplauso a los que llegan adonde yo no puedo (ni se como) llegar, mi admiración y respeto interminable a todos aquellos que no necesitaron buscar un faro que les alumbre su propio camino.


“El tango dice en 3 minutos lo que a un filósofo le cuesta un tratado”
Rodolfo Mederos.

3 comentarios:

Cecil dijo...

mmmmmmm siempre se necesita un faro, me parece. lo que pasa es que el faro no está dado, no viene de afuera. hay que buscarlo y si no se encuentra, hay que fabricarlo. es mucho más arduo, más trabajoso y muchas veces dan ganas de mandar todo al re carajo... pero por algo uno pega un balazo entre los ojos, ponele

encuentre su faro. debe estar ahí...

slds =)

Cecil dijo...

aaaaaahhhhhhhh


fijese que por ahí, su faro está con su avatar y por eso no se ve =P

[inserte aquí mirada fija-fulminante]

Monegasco dijo...

si, o esta por ahi y yo no lo encuentro o tiene una lucecita tan pedorra que no me doy cuenta que es un faro en vez de un fosforito...

jejeje el dia que aparezcan el faro y el avatar mi vida va a ser completamente distinta (?)