martes, 26 de agosto de 2008

Run Lorenzo Run (parte 2)

Me paro de 8 por primera vez. Miro hacia atrás y me doy cuenta lo lejos que estoy ahora de mi propio arco y todo lo que iba a tener que correr. Atrás mío esta Washington y me pide que lo ordene. Ok, le digo, mientras pienso que si yo lo tengo que ordenar estamos más fritos que papas de Burger. Comienza el juego y me siento bien. Hago dos buenas combinaciones con Brandon, nuestro 8 que ahora esta de 9 y escucho que de afuera dicen ¡bien Lorenzo, así!. A lo mejor la cosa cambia y el segundo tiempo no es un sufrimiento como el primero, imagine... Pero hasta ahí llego mi amor. En cuanto quise acompañar un tercer avance que no prosperó, mire hacia atrás y el 10, ahora con la radio apagada, estaba muy tranquilo a mis espaldas con tiempo y espacio para enloquecer a Washington. Desde ese momento desapareció el arco de enfrente para el novato volante derecho de San Cristóbal. El primer tiempo había sufrido al 9, que ahora se ubicaba entre los dos centrales y mucho no participaba, y en el segundo tiempo iba a mortificarme el 10. El tipo, un clon de Francella y el turco Naim Sibara (si, el de Videomatch que se come a Emilia Attias) tiene buena pegada, es rápido y lee bien el juego. Todas las bochas van a el. Todas mis penas son por el.


Nuestra primera aproximación después de un rato largo es un tiro libre cerca del área. Veo que todos llegan despacito, como pidiendo permiso y largo una frase arengadora: “¡¡vamos loco, vamos a ganarlo che!!”. El tiro libre lo pateo yo porque es justo en mi posición y se lo pedí a Jero, dando muestras de una confianza absolutamente falsa. Tomo carrera, le quiero dar con rosca al corazón del área y mi arenga muere con un remate débil que el 6 de ellos rechaza fácil y, como siempre, va para el 10, que estaba obviamente atrás mío esperando el rebote. El clon de Francella y Naim arranca como arriba de una moto y la manda larga al 9; este la para de pecho de espalda al arco y el Cone lo toca de atrás pero es más que obvio que el tipo es de roca y ni se mueve, gira y la pone para el 7 bola de fraile. Yo volvía y lo miraba desde lejos pensando que es imposible que el tipo ese juegue con esa panza y que encima meta la bocha que le metió al 8. El 8, un pendejo rápido y hábil, queda solito en el área, toca a la derecha del hermano de Jero y nuestro portero, en estirada heroica, raspa la pelota que queda muerta en el área chica esperando su destino de gol o lateral. Gracias a todos los dioses aparece Washington y la redonda muere en un alambrado oxidado.

Ya había pasado más de la mitad del segundo tiempo y para el glorioso San Cristóbal era imposible llegar al arco. Los saques de arco eran nuestro único respiro pero cada vez que la bocha volaba al medio siempre ganaban ellos de arriba. Cuando iba por abajo tocaban rápido y de primera. Sean Paul, cansado después de haber jugado anteriormente otro cotejo de once (aplausos para el, yo no hubiera jugado ni que haya ido al banco en el partido anterior) no aportaba. Jerito corría y metía como siempre pero estaba solo y a esa altura casi desorbitado. Yo en mi nueva posición de 8 y con el 10 jodiendo a mi espalda sufría el partido como un clavo en los botines. Pabli era el unico que podia arrimarle una bocha a los delanteros. Y es el, nuestra única esperanza de ataque, que de golpe se encuentra con una bola perdida por derecha y arranca con pelota dominada. Elimina al 11 y cuando esta por acercarse al área se le viene encima el 2 de ellos, un negro petiso, morrudo, y con botines naranjas. Esos mismos botines, derrapando por la tierra, empalaron los tobillos de Pabli hasta hacerlo volar por el aire olvidando la chance de ataque, gambeta y ni hablemos de gol. Nuestro 10 cayó pesadamente, con un hermoso corte en su pierna derecha y tuvo que ir directo al banco. Hubiera preferido que me pegue un tren de frente, confesaría más tarde.

Ya sin enganche, todo lo que quedaba era aguantar. En eso estábamos cuando fui a trabar una pelota y se me doblo apenas la rodilla derecha. No me dolió absolutamente nada pero era el momento de actuar. Rodé y rodé hasta rebosarme en tierra y me agarraba la pierna derecha con gestos de inmenso dolor. Entraron los auxiliares (que no eran otros mas que los pibes que habían salido en el entretiempo) con el spray mágico que le ponen a los jugadores. También se arrimo el árbitro. Te doblaste la rodilla no? se vio que caiste mal…me dijo con cara de preocupación. Debo reconocer que sentí un poco de culpa por semejante verso pero el partido lo pedía, faltaban menos de 10 minutos y el punto valía como un campeonato. Las siguientes dos jugadas las hice simulando una renguera que amenazaba hacerse crónica con tal de que no se avive el juez y termine viéndolo todo desde afuera o que un rival tome represalia por tanta falacia y me parta de verdad.

San Cristóbal aguantaba con suerte y huevo. La cosa parecía enderezarse y ellos se desesperaban. ¡¡¡No quiere entrar la puta que lo pario!!!! Gritaba el 10 con la radio prendida otra vez. Faltaba poquito, apenas 2 minutos, parecía que el milagro del empate se daba. Pero esto es San Cristóbal, carajo. En eso el 8, en una corrida por la derecha toca con el 9 rocoso y la va a buscar. Jero lo sigue de atrás, el 8 recibe en la puerta del área, entra en los 18 metros finales, nuestro arquero sale a cortar, desesperado, y cuando el 8 esta por patear aparece Jerito, nuestro 5, volando desde atrás y con la punta del botín la toca a la derecha del arquero que queda a mitad de camino. El 8 tira el zapatazo pero la bola ya no esta ahí y queda girando en el aire. La redonda va directo a la red y Jero desde el piso grita ¡¡Noooooo!! y el alarido es casi desgarrador. El arquero ya esta en el suelo despatarrado, con la vista clavada en el recorrido de la pelota y la cara envuelta en tierra y desolación. El 9 la empuja en la línea. This is the end, my only friend, the end… fue lo primera pelotudez que se me cruzo por la cabeza cuando ví, desde lejos, el griterío infernal, la polvareda infame que levantaban en el festejo esos 11 monos vestidos de Racing que nos acababan de ganar una vez mas…

sábado, 9 de agosto de 2008

Run Lorenzo, Run

Si los miras bien están hechos mierda en un 90 %' dice Fede, en su rol de DT itinerante. 'Nosotros somos mas jóvenes, tenemos mas gente de recambio, somos mas rápidos, ellos tienen un pibe en el medio que la mueve y el 9 es bravo, después son ordenados nomás', explicaba con los ojos entrecerrados y asintiendo con la cabeza, como quien descubre una certeza. Yo los mire mientras calentaban y me permití dudar de las afirmaciones de nuestro conductor cuando uno de los 'hecho mierda' sacó un zurdazo que casi parte el arco. 'Mejor distraigámonos un poco' reclamó mi sentido común después de que tuve la pésima idea de imaginar que ese pelotazo me podía dar en el medio de la trucha... Entonces empecé a entrar en calor y me sentí pesado como si tuviera un Fitito atado al tobillo. '¿Fede yo voy de entrada?' tire, tanteando el terreno para un cómodo arranque en el banco… si, vas de 4 como siempre, contestó sin mirarme. ‘No hay caso, cuando uno esta fulminado juega hasta el último segundo’, me dije mientras veía que los rivales corrían y pateaban al arco como si estuvieran por jugar la final del mundo…

Arranca el juego, mueven ellos, primer pelotazo que, obviamente, va para el 9 que, como no podía ser de otra manera, se queda en la endeble punta protegida por Lorenzo. El desgraciado es rápido y pica para todas las direcciones posibles: en diagonal al área, a mis espaldas cuando la lleva el 11 de ellos, hasta el fondo en el mano a mano, al primer palo cuando viene el centro desde la otra punta. Pasaron un par de minutos y ya lo había corrido por todos lados al insoportable 9 rival cuando, gracias Dios y todos tus santos, Pabli hace gala de la 10 que porta en su espalda y descarta al 5 y al 2 de ellos y la toca suave a la derecha. GOLAZO. Primera llegada y una pepa adentro. Ellos no entendían bien que pasaba, nosotros tampoco, pero a cobrar, con este gol vamos a estar mas tranquilos pensé… pensé por pensar como dice la canción, porque el baile empezó en el preciso momento en que ellos movieron 0-1. El 10, que mucho no había hecho, prendió la radio y empezó: ¡¡¡Carlooooos, ahí vaaa!!! Y Carlitos la bajaba de pecho, tocaba, iba a buscar la devolución y triangulaba con todo ser humano que compartía su camiseta; ¡¡¡Gordo, atentoooo!!! y el wing izquierdo (una bola de fraile barbuda y metida adentro de una remera estiradísima) enganchaba y tiraba centros como el mellizo Guillermo; ¡¡Toma pendejo, dale mecha!!! Le decía al 9…. Al 9 lo marcaba yo y eso es otro capítulo.

El 9 es bravo dijo Fede… ¿bravo? ¡¡¡¡Es un tumor este hijo de mil puta!!! Al primer cruce fui a atorarlo y le “quise” tirar el cuerpo encima y choque contra una roca de la escollera de Miramar; después me encaró mano a mano y la tiró larga… ¡¡pisooo pisoooo!! Alcancé a escuchar que me gritaba el Cone desde la zaga con los ojos desorbitados viendo que se me escapaba otra vez; después me tiró una bicicleta y corrió en diagonal y ahí sí que se comió una linda patada de atrás aunque trastabilló y siguió; y el acto final fue un hermoso cabezazo de anticipo que se fue apenas afuera… Todo eso en solo 40 minutos con el único consuelo de que el empate de ellos no lo hizo él si no un negro enano que entró al área corriendo entre mil piernas como un enajenado y sacó un bombazo que si el arquero lo agarraba le doblaba las manos.

Silbato salvador, a descansar un poco. Estaba muerto. Alcohol la noche anterior + 4 hs miserables de sueño + 7 de laburo + 40 minutos de correr a ese hdp con el 9 en la espalda daban como resultado un hermoso lugar en el banco tomando Gatoreit como diría Bilardo. Gente, yo salgo, no doy mas dijo nachito sacándose canilleras, camiseta y botines en el mismo movimiento. ¿Nico, estas para seguir? Preguntó Fede a nuestro artillero. No, yo salgo… ‘Aaah ahora se bajan todos’ pensé mientras me levantaba del banco porque ya sabía la que se venía. Bueno, entran Washington y Sean Paul. Lorenzo, vos vas de 8. ‘¡Aaah bueno! Como si no estuviera cansado ahora voy a tener que correr el doble…’

Continuara…