sábado, 5 de enero de 2008

Mi otro yo

En el subte no hacia tanto calor como imaginaba. Consegui un asiento al lado de un señor de oficina y enfrente de una chica de esas que no pasan desapercibidas: Pelo dorado, formas mas que generosas, ojos claros, aire de delicadeza y superioridad. Mi otro yo estaba decididamente loco por ella pero a mi me parecio que era demasiado perfecta y siempre pense (quiza erroneamente) que algo realmente malo debe habitar en cuerpos con tanta perfeccion exterior. Entonces mire para otro lado.

En los asientos de mi izquierda encontre a una morocha tan hermosa como la rubia anterior. La diferencia era que esta no era perfecta. El pelo lacio, recogido sobre la nuca, le caia suavemente en los hombros, formando ondas. Tenia cara redonda y los ojos negros me recordaban a Julieta Diaz. La boca de labios carnosos, levemente hacia afuera, sugerian una sonrisa sincera, natural, de esas que no te venden nada. Mi otro yo la miro bien: "no tiene gomas" sentencio con su desprecio superficial. Y era verdad, no tenia mucho, muy poco digamos, pero eso fue lo que menos me importo...

Ahora ella estaba dormida con su cabeza apoyada en la madera añeja del subte A. Mientras, un muchacho vendia biromes "de pura tinta liquida, no en gel", y al tiempo que garabateaba un block de hojas ella dormia y yo la miraba. Me detuve en su bolso, que amarraba con fuerza. Del cierre abierto sobresalian cuadernos y papeles; la imagine estudiante, aplicada, sencilla y tenaz. De repente abrio los ojos y yo cambie la vista bruscamente para que no me encuentre mirandola fijo, entonces mi otro yo me llevo a la chica de enfrente mio. "Que mujer, viejo", dijo mi otro yo libidinoso e incasable. Y se hundio en sus pechos, grandes, redondos y firmes. Recorrio su cintura fina y sinuosa. Se retorció en sus caderas prepotentes y siguio la ruta de sus piernas hasta caer a sus pies, rendido y sin aliento. Mi lado oscuro era una maquina de deseos lujuriosos... "Los que viajan siempre en esta linea me conocen y saben que yo me dedico a esto hace años, por eso tienen garantia del producto que estan llevando"...continuó el flaco de las biromes con un discurso casi emotivo. Yo aproveche que mi otro yo estaba por el piso, reducido a un puñado de deseos ardientes que rogaban por una miserable mirada, y volvi a la chica de la izquierda que estaba adormecida otra vez. Me pregunte que estudiaria, si el novio (seguro lo tenia) la querria como ella a el (porque estaba seguro de que era de las minas que cuando quieren a alguien, lo quieren de manera incondicional).Entonces cerre los ojos y la vi sonriendome, con una sonrisa sincera, brillante, tierna. Me vi enamorado, la acaricie, la bese, le senti el pelo suave y docil; me vi llevandole cafe una noche eterna de apuntes bajo el velador, me imagine de su mano, caminando por cualquier calle, en cualquier lugar del mundo, sin equipaje ni mapa, solo su mano y la mia... "Ideal para el dibujante por su ductilidad en el trazo", me desperto de un salto el vendedor, cuando estaba en lo mas profundo de mi viaje. Entonces mire a mi izquierda y ella ya no estaba. Quien sabe cuantas estaciones imagine a su lado, quien sabe donde se habria bajado, donde estaria ahora. El asiento vacio, ahora lo estaba ocupando una señora sin mas atractivo que un furioso teñido anaranjado que me miro extrañada al ver mi gesto de desolacion. Entonces mire hacia adelante y alli estaba la rubia, imperfectamente hermosa. "Vos sos un romantico gil, no entendes nada, mira lo que son estos pechos" sentencio, sin piedad, mi otro yo...

2 comentarios:

Juan dijo...

Muy bueno ...muy bueno, flaco.

Monegasco dijo...

se agradece che. bienvenido a mi humilde blog.